Soy Ander Mirambell piloto Olímpico de Skeleton y hoy tengo la oportunidad de compartir con vosotros los valores de mi deporte. Desgraciadamente no podré compartir todos los que nos representan, pero sí que intentaré plasmar en estas líneas tres de los valores imprescindibles que me han ayudado a llegar a los Juegos Olímpicos.
Los más comunes y que la mayoría conocéis como claves podrían ser el trabajo, el sacrificio, la constancia, el esfuerzo, el autocontrol, la autodisciplina, el respeto, la solidaridad… pero hoy quería destacar la Creatividad, la Familia y la Ilusión.
En 2005 salí de Barcelona camino a Innsbruck en busca del sueño Olímpico, una aventura de más de cuatro años. Fue un momento muy duro porque dejaba la familia atrás sin saber dónde me metía, pero sobre todo iba a invertir todo el dinero ahorrado en una ilusión que podía salir bien o no, pero quería hacerlo. En un mar de dudas empezó la primera semana de noviembre de 2005. Un Ford fiesta, un anorak prestado, una maleta de ropa de invierno low cost y en mente la posibilidad de luchar por un sueño. Aunque eso sólo era el aperitivo, ya que todo se fue complicando cuando llegamos a Innsbruck. Alberto Castillo y un servidor íbamos con lo puesto, sin material, así que tiramos de creatividad para conseguir el material necesario. Construimos unas zapatillas con un rallador de queso porque se parecían a las que habíamos visto en Internet. No teníamos ni idea de que había que llevar protecciones, así que con los desechos de una obra construimos protecciones para los hombros, codos… fue tal el espectáculo que organizamos que un periódico muy famoso de Austria escribió una doble página con el título “Flamenco en la Pista de Bobsleigh”. A día de hoy, con el confinamiento, seguimos creando ejercicios, entrenando en sitios insólitos con el fin de solventar nuestras deficiencias a la hora de entrenar.
Esos inicios anecdóticos pasaron a la historia a medida que iba quemando etapas. Esta rápida evolución no hubiese sido posible sin el apoyo de mi familia. Aunque estuviesen lejos intentaba contactar con ellos para tranquilizarlos, pero sobre todo para sentir su cariño. Mis primeros años hablábamos desde una cabina de teléfono a cobro revertido, luego por email y, cuando fue posible utilizar el móvil, empezamos con los SMS hasta llegar a las videoconferencias de hoy día. No les contactaba porque sentía añoranza de la gente a la que quiero –hay que reconocer que un poco sí. Sobre todo lo hacía porque me di cuenta que compartiendo lo que me sucedía magnificaba mi experiencia. Yo no iba solo en el trineo. Así que empecé a crear unos emails semanales con una lista de contactos que al final se apodó la “familia skeleton”. Tenía gente muy diferente, desde Joan, la persona encargada del material y las instalaciones en la universidad, hasta periodistas. Siempre con el fin de compartir cada aventura independientemente del resultado.
El apoyo de mi familia en momentos claves fue imprescindible para conseguir los objetivos. Recuerdo a mi madre volar hasta Innsbruck para rescatarme de un hospital donde me habían operado, no solo una vez, si no que la pobre lo hizo dos veces. Me sacó entero o, mejor dicho, reparado de Innsbruck (Austria) y Koenigssee (Alemania).
O cuando mi hermano se sacó el titulo de entrenador y mano a mano ganamos la Copa América. Además fue mi entrenador en los Juegos Olímpicos de Sochi 2014 y a día de hoy es uno de los entrenadores más valorados en el circuito.
Cuando la gente me pregunta cuál es el mejor momento de los Juegos Olímpicos de Vancouver 2010 no dudo un segundo en responder: cuando crucé la línea de meta en mi última bajada de los JJOO y salté a la grada para abrazar a mi familia. Practico un deporte individual que sin mi equipo (familia, entrenadores, amigos…) no hubiese llegado a la primera carrera.
Todo esto sucedió porque disponía de un poder mágico: la ilusión. Imprescindible para conseguir cualquier objetivo. Muchas veces me preguntaba por qué estaba haciendo todo eso y la respuesta llegaba en milésimas de segundo. Esa velocidad en responder era consecuencia de la ilusión. Cualquier momento de duda era erradicado con un sorbo de ilusión. Esta podía llegar mirando hacia la cima de mis sueños o mirando el camino recorrido. Era indiferente, no importaba el tipo de paso que había dado porque todo tenía tanto esfuerzo que estaba claramente justificado. Así que después de 3 Juegos Olímpicos, más de 160 carreras internacionales, 2 Campeonatos de América, el primer campeonato de España, etc. lo que más valoro es cada paso de este camino, los momentos de duda, de soledad, la evolución personal, preguntarme qué hago aquí y si merece la pena, conocer a gente y sus diferentes culturas pero, sobre todo, de ser feliz. Esta es mi gasolina, la ilusión. Seguro que cambiaría muchas cosas, pero tengo mis dudas de si sería feliz. Así que sin vacilar, prefiero repetir el mismo camino, con lo muy bueno, lo bueno, lo menos bueno y lo no tan bueno.
Ander Mirambell
DESCRIPCIÓN DEL AUTOR:
Ander Mirambell es piloto de skeleton. Ha participado en dos Juegos Olímpicos.
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y tiene un Máster en gestión y dirección de instalaciones deportivas.
En el 2016 se proclamó Campeón de la Copa América.