A simple vista, no parece que ser deportista de élite y madre combinen muy bien, pero lo cierto es que ambas cosas tienen mucho en común. Requieren resistencia física y mental, descubrir y sobrepasar límites, esfuerzo, dedicación, superar retos… así que ¿por qué no compaginarlas? Puede parecer Misión Imposible, pero cualquier madre podría desbancar a Tom Cruise en su papel de agente secreto.
No sé si todos los bebés vienen con un pan debajo del brazo. Lo que sí traen es un kit de “Super Woman” de regalo, con traje de heroína y capa incluida. De repente, se desarrollan un sexto sentido agudizado y habilidades insospechadas, que te permiten hacer todo lo que hacías antes pero en la mitad de tiempo.
Además, no hay duda de que el cuerpo de la mujer es una máquina perfecta de la naturaleza capacitada para obrar el milagro de la vida. Si sumamos las cualidades físico-psíquicas de las deportistas de élite a las nuevas que aporta la maternidad, la dosis de empoderamiento es infinita.
Los deportistas de élite estamos acostumbrados a experiencias intensas y en cierto modo, nos volvemos adictos a ellas. La maternidad es una experiencia única y no importa que retos hayas superado hasta el momento. Es una lección de vida donde cada día te sorprende con nuevos desafíos y te hace estar permanentemente fuera de tu zona de confort.
La materdinad, una ayuda a la deportista
Una de las ventajas de ser madre es que las prioridades cambian. Te permite ser más terrenal, aprendes a relativizar y a aceptar de una mejor manera que no existe el control absoluto si no que hay que surfear las situaciones tal y como vienen.
Así que la maternidad bien canalizada da un poder extra que es un valor añadido a la hora de entrenar y competir. Se consigue más templanza, seguridad, confianza y un mayor nivel de madurez para afrontar cualquier obstáculo. Se vive más el aquí y ahora y es, en definitiva, un gran momento para rendir con mayor calidad en todos los aspectos deportivos.
Mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad
Es una realidad que todavía existen ciertos desajustes entre el binomio maternidad y carrera profesional. Si se sigue trabajando en igualdad es porque ésta, de momento, no es tan real como nos gustaría.
Desde luego, la sociedad ha de romper muchas barreras, etiquetas y prejuicios entorno a este tema. Da igual que seas deportista, médico o astronauta. Tener hijos es algo natural. Es cierto que requiere adaptación, pero nunca deberían hacernos creer que es una situación difícil de incorporar a nuestro día a día, ni tampoco algo que nos va a obligar a cambiar nuestra filosofía de vida sea cual sea.
Lo positivo es que se han hecho muchos avances y gracias a ello, las mujeres de hoy en día lo tenemos más fácil que las generaciones anteriores, pero me gustaría pensar que todavía lo tenemos más difícil que las generaciones futuras.
Todo suma
Hay infinitos modos de vivir y organizar la maternidad y la crianza, que deben ser respetados. Y es que ser madre no excluye desarrollar todas las facetas de la personalidad: creo que es muy importante no abandonarlas. Por eso, es posible ser deportista y madre a la vez.
En mi caso, habiendo vivido las dos cosas, nunca cambiaría la maternidad por un resultado o reconocimiento deportivo. De todas formas, son experiencias muy diferentes entre sí y ambas me han formado como persona. No podría renunciar a ninguna. Y quizás la clave está precisamente en eso, en no tener que escoger.
Es mucho mejor focalizar los esfuerzos en acertar con la fórmula que mejor se adapte a nuestra realidad y que nos permita seguir siendo deportistas y madres. No es fácil, pero la buena noticia es que es totalmente posible. Como todo en la vida el secreto está en encontrar el equilibrio. Para que haya conciliación laboral, primero debe haber conciliación familiar. En este caso, el apoyo de la pareja y de la familia es fundamental.
Se trata de elaborar una “organización organizada” para que en un día quepa todo lo que se hacía antes, incluyendo los entrenamientos, más un bebé. Igual que en el deporte, es un trabajo de equipo donde se comparte un objetivo común y se trabaja para conseguirlo.
Como mujer y deportista, el mejor triunfo que puede haber es formar un proyecto familiar y poder compaginarlo con nuestra gran pasión. Porque madres felices, hijos felices.
La vida no es un destino, es un viaje por explorar, donde la maternidad siempre es un regalo. Y por supuesto, vale la pena.
Irina Rodríguez fue componente del equipo nacional de natación artística durante 18 años, hasta su retirada en 2010. Participó en las Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Beijing 2008, edición en la que obtuvo la medalla de plata en la modalidad de equipos. Fue campeona de Europa en 2008 y del mundo en 2009.
Estudió Fisioterapia, un postgrado en Fisioterapia Deportiva y ha realizado cursos sobre Maternidad y Fisioterapia y Osteopatía. Después de haber trabajado como entrenadora para el equipo nacional de España durante un dos temporadas, en la actualidad asesora a varios equipos nacionales del mundo (Argentina, Colombia, Chile, Estados Unidos, entre otros).