El deporte, en términos generales, ¿es saludable? Hay cientos de programas impulsados por instituciones deportivas que señalan los beneficios del deporte para la salud.
A través del deporte se posibilita el desarrollo armónico e integral de las personas y en los jóvenes deportistas se garantizan derechos como la salud, nutrición, participación, integración, recreación y esparcimiento.
En los juegos reglamentados y los deportes, los jóvenes aprenden a negociar, modificar, acordar, aceptar y respetar las reglas, lo que posibilita la igualdad de oportunidades para todos.
Constituyen una verdadera escuela de democracia, de convivencia y participación, de cooperación y solidaridad, de integración social y pertenencia grupal.
En definitiva, ser el medio para hacer valer los derechos del joven deportista, entre ellos el derecho a la salud.
Proteger el derecho a la salud emocional
Es importante el cuidado de la salud del deportista, que además es enfocado a la competición. Cualquier disciplina deportiva debe practicarse en condiciones de respeto a los derechos de la persona y su pleno desarrollo, libre de cualquier forma de abuso y explotación.
Sin embargo, diferentes investigadores (Legido, 1986; Nattiv y Mandelbaum, 1993; Leglise, 1997) han alertado sobre el impacto negativo que la práctica competitiva puede tener sobre el equilibrio emocional del joven deportista.

La elevada carga psicológica, consecuencia del entrenamiento precoz e intenso, la excesiva responsabilidad, el abandono del núcleo familiar y las experiencias frustrantes, pueden ocasionar desórdenes afectivos, como ansiedad, depresión, desórdenes alimenticios y de conducta, problemas académicos, inadaptación social…
Estos desórdenes pueden producir un agotamiento psicológico que, en última instancia, provoca el abandono prematuro de la práctica deportiva.
Necesitamos programas de prevención efectivos
El deportista, que empieza a practicar deporte a edades tempranas debe ser especialmente protegido por su vulnerabilidad. Los aspectos en los que se manifiesta dicha vulnerabilidad son los efectos que el deporte más o menos intenso puede provocar en su cuerpo, ya sean lesiones u otro tipo de problemas, perdurando a lo largo de su vida y afectando su desarrollo físico y mental.
Por esta razón la práctica del deporte requiere una evaluación específica de los riesgos en la salud física y mental del deportista. Una vez evaluados los riesgos podemos elaborar un programa de prevención adaptado a la edad que proteja de manera efectiva al joven deportista.
*Mónica García-Solanas es abogada, especializada en derecho en el deporte, y vicepresidenta del C.E. Hospitalet.