Ignasi Taló*
Imagínate que te estás tomando tu sopa preferida. Está buenísima. Y, de repente, cae una mosca. ¡Vaya! La “pescas” con la cuchara y la sacas del plato. Qué mala suerte, piensas. Sigues tomando la sopa, pero, claro, ya no es lo mismo.
¿Qué tiene que ver una mosca con la sopa? Nada, pero a veces caen moscas en la sopa.
¿Y qué tiene que ver la sopa con el deporte? Nada, pero pienso que es un buen ejemplo para ilustrar lo que estamos haciendo con el deporte.

El deporte es la sopa. Una actividad excelente, saludable, divertida, apasionante. Pero desde hace unos años, el dinero manda y la última decisión se toma con criterios económicos. Y aparece la corrupción. Y la lacra del dopaje a gran escala. Y, últimamente, las apuestas.
Las apuestas son las moscas en la sopa: ya no es lo mismo
Volvamos a la sopa. Si de verdad valoras tu buen plato de sopa, no querrás tener moscas volando por encima, porque alguna acabará cayendo. Si de verdad amas el deporte, un espacio de salud, superación, valores, mejora y tantas cosas más; ¿por qué ponerlo como plataforma donde hacer apuestas?
Un tema que, si lo piensas, no tiene nada que ver con el deporte y que centra al apostador en otros aspectos que no están relacionados con el fin del deporte.
Actualmente se apuesta durante un partido, en tiempo real, sobre las veces que saldrá el balón por la banda, si se fallará un penalti o, incluso –y es un hecho real– si el portero suplente se comerá un bocadillo en la primera parte del partido.
Las casas de apuestas podrían elegir otro medio, la naturaleza, por ejemplo: cuántas hojas de un árbol caerán en una hora, si un grupo de hormigas avanzarán determinados metros, si una vaca moverá la cola en el próximo minuto o si un perro se rascará la oreja con la pata izquierda… Puede parecer absurdo, pero pensándolo un poco, ¿no es también absurdo lo que hacen las apuestas con el fútbol?
Apostando jugamos con la dignidad de la persona
Porque el hecho es que estamos ensuciando el deporte y exponiendo a los deportistas a la trampa y a la corrupción.
Además, aquí hay otro tema de debate: ¿hasta qué punto va con la dignidad humana que se apueste sobre personas o equipos amateurs, muchas veces sin su consentimiento?
¿Por qué una sociedad que defiende tanto la privacidad, no defiende esta parte de la privacidad que son las acciones libres de las personas o los colectivos? Porque al apostar sobre una persona, podemos estar condicionando su libertad.
“Es la economía, estúpido”: ¡triste consuelo!
Y alguien, creyendo que es pragmático, podría replicar: “¡Es la economía, estúpido!“. Es la conocida frase con la que Bill Clinton resumía la razón última por la que le votaron. Desgraciadamente con el deporte nos está pasando lo mismo. La última palabra la tiene el dinero.
Con la entrada de las casas de apuestas en el deporte todos han salido beneficiados económicamente hablando: las mismas casas, los clubes, las federaciones, los medios de comunicación. Solo hay dos víctimas: las personas que generan adicciones, un auténtico drama, y el deporte mismo, que como a la sopa, le hemos puesto un buen puñado de moscas alrededor y, de vez en cuando, alguna cae dentro.
*Ignasi Taló es director de la Fundació Brafa. Fue atleta amateur y, posteriormente, entrenador. Se ha especializado en la educación a través del deporte y ha impulsado desde la Fundación numerosas iniciativas para proteger el deporte.