Conflicto de intereses en instituciones deportivas

El mundo del deporte es propicio a los conflictos de intereses. Por ejemplo, los miembros de la junta directiva de un club, o los que ocupan cargos de responsabilidad en el mismo, suelen tener sus propios negocios y, desde luego, tienes relaciones familiares, profesionales y de amistad con muchas personas, que estarían encantadas de poder hacer negocios con el club. ¿Qué inconveniente hay en que un pariente o amigo promueva una relación empresarial o profesional de ese tipo?

Hay conflicto de intereses cuando una persona tiene el compromiso o deber de actuar de acuerdo con los intereses de otra persona o entidad, pero tiene también un interés personal, familiar o político que le puede mover a actuar de manera contraria a aquel deber. Por ejemplo: un directivo propone que la entidad deportiva en la que trabaja contrate el suministro de ciertos bienes o servicios con la empresa que dirige su hermano. El conflicto se presenta porque la relación familiar puede dificultar que el directivo tome la mejor decisión para el club. El conflicto existe también, aunque el directivo no lo haya buscado: por ejemplo, porque esa empresa se presentó espontáneamente a un concurso público abierto por el club.

¿Por qué es un problema el conflicto de intereses? Porque puede dar lugar a una injusticia, al incumplimiento del deber del directivo para con el club, si pone su interés personal o familiar por delante del interés del club. También a una injusticia con otros candidatos, que quizás tengan más méritos y cualificaciones. Y puede tener un efecto pernicioso para la reputación del club y de sus directivos ante sus jugadores y socios y ante la opinión pública.

¿Cómo hay que actuar en un caso como este? Lo primero es reconocer el conflicto, si lo hay, o si parece que lo hay. La existencia del conflicto no es necesariamente algo malo: si, en el ejemplo puesto antes, la oferta de la empresa del hermano es la mejor para el club, ¿por qué rechazarla? Lo importante en estos casos es cómo se gestiona el conflicto. Por ejemplo, el club debe ofrecer a varias empresas cualificadas la posibilidad de aspirar al contrato. El directivo implicado no debe participar en el proceso de selección, ni siquiera en sus primeras etapas (por ejemplo, dejando que ese proceso corra a cargo de consultores externos al club), y no debe tratar de influir en los que toman la decisión. Todo esto debe ser adecuadamente justificado, de modo que se pueda informar al personal del club y a la opinión pública de la limpieza del procedimiento y de cómo se tuvieron en cuenta los intereses del club por encima de cualquier otra consideración: la transparencia es un buen antídoto contra estos problemas.

Los conflictos de intereses pueden hacer mucho daño al mundo del deporte. A veces, un daño no justificado, cuando se denuncian presuntas conductas inmorales que, en la realidad, no lo son. En todo caso, lo importante no es con quién se contrata, sino cómo se gestiona el proceso de contratación y el seguimiento posterior.   

DESCRIPCIÓN DEL AUTOR

Antonio Argandoña es Profesor Emérito, IESE Business School, miembro del comité de ética del F. C. Barcelona