Es un estudio preliminar, pero confirma la percepción de miles de aficionados: el fútbol se ha convertido, con la progresiva monetización, en un deporte más predecible y, por tanto, corre el riesgo de acabar aburriendo a los espectadores.
Publicado en Open Science de The Royal Society, el trabajo de Victor Martins Maimone y Taha Yasseri analiza la evolución de once ligas europeas entre 1993 y 2019, casi 90.000 partidos.
Los autores constatan que la desigualdad entre los equipos en los últimos años como consecuencia de la creciente diferencia de ingresos, una tendencia creciente que, sumada a la pérdida del factor campo, hace que el resultado sea predecible.
Este último aspecto llama la atención. El estudio demuestra que la ventaja que habitualmente se atribuía al equipo local tiende a desaparecer por diversos factores y, como consecuencia, se acentúa la previsibilidad: lo que antes era un fortín ha dejado de serlo.
En definitiva, los equipo poderosos tienen más opciones de vencer jueguen en su estadio o no. Y como ganan más partidos, ganan más dinero y la desigualdad continúa creciendo.
El estudio aporta la prueba que confirma un fenómeno que muchos aficionados llevan constatando en los últimos años.
Como consecuencia, la sorpresa, que era uno de los alicientes de este deporte, desaparece. Tal vez por eso algunos equipos europeos han planteado otras fórmulas, acertadas o no, para recuperar esa emoción que vivía el aficionado en cada partido.