Los medios publicaban la noticia: por cuarto años consecutivo, Rafa Nadal recibía el trofeo ATP Stefan Edberg a la deportividad, otorgado por sus propios compañeros del circuito profesional. Es el quinto de su carrera, después de obtenerlo por primera vez en 2010.
El tenista, siempre correcto dentro y fuera de la pista, ha agradecido este nuevo reconocimiento subrayando la importancia de que sea un premio decidido por sus adversarios.
Rafa Nadal se ha colocado en la cima del tenis tras vencer el Open de Australia y sumar su vigésimo primer Grand Slam, deshaciendo el triple empate con Roger Federer y Novak Djokovic, que cuentan con 20 títulos cada uno.
El tenista español se ha ganado con su profesionalidad y educación el respeto de los aficionados, la prensa y de sus adversarios. Incluso al público de Roland Garros, que durante años mostró abiertamente su hostilidad hacia él.
De la hostilidad al reconocimiento del público de París
En mayo de 2009, tras caer eliminado en Roland Garros, Nadal lamentaba la actitud de los aficionados parisinos: “Es una pena que este público no haya tenido nunca un detalle conmigo –señalaba–. Ojalá un año lo tengan”. Y en 2011, por ejemplo, año en que se llevó de nuevo el título, la afición continuaba animando a sus rivales.
Sin embargo, ya en 2018, tras hacerse de nuevo con el título, rompió a llorar durante el largo aplauso de los aficionados. Ya había demostrado reinar sobre la pista y pasó a reinar en la grada.
ALL the feels for @RafaelNadal. #RG18 pic.twitter.com/SD4f0mKSFa
— Roland-Garros (@rolandgarros) June 10, 2018
En 2020 declaraba: “En Francia es de los países donde me siento más querido, y no ahora, que es evidente en los partidos, antes, cuando aquí la gente pensaba que en París no me trataban bien, siempre decía que no es verdad.”
Y en 2021, tras caer en la final contra Djokovic, también recibió una gran ovación de los aficionados.
Nunca ha roto una raqueta
Rafa Nadal siempre ha sabido comportarse en las pistas, en las ruedas de prensa, en las entrevistas. Su historia con el público de París es una entre tantas.
Quizás, el mejor modo de resumir su trayectoria es recordar que nunca ha roto una raqueta. Su tío y entrenador se lo dejó muy claro desde muy joven.