La teoría científica “Inteligencias Múltiples”, elaborada por Howard Gardner, define la inteligencia como “la capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos“. Si aplicamos esta teoría al deporte de equipo, podemos sustituir el concepto abstracto de producto por acciones técnico – tácticas. Por lo que la definición de inteligencia quedaría como sigue: capacidad de resolver problemas o elaborar acciones técnico – tácticas que sean valiosas para el equipo.
A tenor de la definición, parece obvio la necesidad de fomentar la inteligencia de los jugadores con tareas en las que tengan que resolver los distintos problemas que vayan surgiendo en el transcurso del partido. El método integral o integrado garantiza este trabajo de calidad, en el que la decisión que cada deportista adopte en cada momento conducirá a aumentar o disminuir la inteligencia deportiva del mismo.
Pero el reciente Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales, Howard Gardner, distingue ocho inteligencias distintas: lingüística, lógico – matemática, espacial, musical, corporal – cinética, intrapersonal, interpersonal y naturalista. La suma de todas ellas otorgaría a cualquier individuo una denominada inteligencia múltiple.
No obstante, en el campo del deporte, algunas de ellas juegan un papel determinante sobre el rendimiento individual y colectivo. Nos referimos especialmente a:
- Inteligencia corporal – cinética, competencia que se relaciona de forma directa con las habilidades motrices. Esta inteligencia será básica para alcanzar altos grados de calidad técnica y para conseguir un estado de forma física excelente.
- Inteligencia intrapersonal o también llamada inteligencia emocional, competencia relacionada con el conocimiento que el deportista tiene de sí mismo y el control de las emociones. Este aspecto resulta clave para la mejora de aspectos psicológicos tan importantes en el rendimiento como la autoconfianza o la motivación.
- Inteligencia interpersonal, competencia relacionada con la empatía y la capacidad de mantener relaciones sociales satisfactorias con otros individuos. En un deporte colectivo, ambos aspectos resultan de gran importancia a la hora de establecer y conseguir unos objetivos comunes.
Los ejercicios que se planteen en cada entrenamiento tendrán que ir enfocados a la mejora de aquellas inteligencias que los deportistas tengan menos desarrolladas y conseguir aumentar la tan deseada inteligencia individual del jugador y por ende colectiva del equipo.
Roberto López del Campo